Una de las razones por las que me hice editora era porque quería tener el «poder» de mejorar el mundo a través de la palabra y de la imagen. Normalmente el concepto «causas perdidas» se vincula a tirar la toalla, a rendirse, a aceptar lo peor como lo único bueno…

Pero cuando hablo de «causas perdidas» yo hablo de la utopía a la que se refiere Eduardo Galeano, aquello que nos impulsa a caminar, el combustible que nos mantiene la ilusión y la energía necesarias para alcanzar un mundo mejor.

Nuestras causas perdidas no son situaciones que no tiene sentido ser respaldadas, sino que son esas batallas que, contra todo pronóstico, se deben acometer con urgencia, porque siempre que haya alguien en disposición de defenderlas, existe la esperanza de que la situación mejore por muy desesperada que sea.

Y creo con fe ciega en ese tópico de que siempre que hay ESPERANZA hay VIDA. El respeto, la justicia, la igualdad, la dignidad, y la convivencia pacífica no son asignaturas que se enseñan, sino actitudes en la vida que se contagian desde nuestra propia mismidad. Por eso no debemos dejar de luchar hasta el último aliento por esas causas perdidas. En A Fortiori Editorial tenemos abierta la «Oficina de las causas perdidas» precisamente para proveernos de las poderosísimas armas que nos ayudarán a librar esta batalla: la palabra, la mirada poética y el sentido del humor.

Defender las causas perdidas, mirar con optimismo el presente y el futuro, me lleva a creer en la palabra como elemento sanador, como arma imbatible para mejorar el mundo a nuestro alrededor. Y ahí encuentran cobijo todos estos proyectos que hago míos en el instante de conocerlos. Nunca agradeceré suficiente a la vida por darme la oportunidad de cruzarme con las personas que forman parte de esta Oficina de las Causas perdidas: un saco sin fondo de causas perdidas que merecen ser rescatadas. Y en esto estamos…

La poesía nació en la Antigua Grecia y llegó incluso a ser utilizada como instrumento político. Hoy es un arte cada vez más respetado que se usa en muchas áreas del conocimiento humano como la publicidad. Su éxito reside en su efectividad para expresar sentimientos y emociones, dejando espacio libre a la creatividad. Existen, incluso, investigaciones que demuestran que el uso del lenguaje poético se refleja también en la activación de circuitos cerebrales distintos de los que normalmente están involucrados en la comprensión cotidiana del lenguaje.

El uso de la poesía provoca una actividad cerebral mas sostenida en el tiempo y activa la región frontal izquierda de nuestro cerebro. Esto estimula nuestra creatividad, el mantenimiento de información y la resolución de problemas. ¿Cómo es esto posible? ¿Podría la poesía algún día ayudar a prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer?

Intentamos navegar de verso en verso y para ello tenemos abierta la Oficina de las Causas Perdidas, porque queremos inundar el mundo con poesía no convencional: un bar de poemas, poesía de barra, en soportes efímeros, poesía para niñas y niños, poesía twittera, en servilletas de papel, posavasos, manteles, poesía de urgencia, haikus, aforismos, caligramas, greguerías, diccionarios imposibles, antologías, poesía visual, grafitis, y cuantas historias nos emocionen, sean en verso o no.

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